La violencia de género se digitaliza: control, acoso y anonimato tras las pantallas

Pública

La violencia de género ya se ha trasladado a las pantallas. Históricamente, se ha manifestado en espacios del hogar o lugares públicos, pero con el auge de Internet y las redes sociales se ha puesto sobre la mesa un nuevo escenario donde ejercer la violencia machista (Kahale, 2014 como en Martínez et al, 2016). El concepto de violencia de género digital, integrada en la Ley 15/2021, engloba todas estas conductas que se ejercen a través de las nuevas tecnologías y suponen una consecuencia en la vida de las mujeres. Un impacto invisible, pero que a la vez, traspasa de la pantalla al mundo real. Para entenderlo de manera global, hemos realizado una infografía interactiva en forma de iceberg donde se muestran todas las muestras de violencia y cómo muchas de ellas siguen invisibilizadas.

Imagen sobre la cara oculta de la violencia de género en el ámbito digital. Fuente: genially (acceso a la imagen original interactiva)

La violencia de género digital, en cifras

Las generaciones jóvenes ya somos ‘nativas digitales’. Esto implica que hemos creado un nuevo concepto de identidad, ocio y participación social. Según el Informe de la Juventud 2025, casi el 90% de la juventud española se conecta a la red mínimo 2 horas al día, siendo las personas entre 15 y 19 años los que más lo hacen. Esto, por una parte, supone un nuevo canal para el acercamiento y comprensión de los jóvenes (Martínez et al, 2016). Sin embargo, el uso desproporcionado de las TIC ha ‘facilitado’ a los agresores en la forma de ejercer un control y una nueva forma de dominio en la red, gracias a las propias características de esta: inmediatez, viralidad y anonimato (Ministerio de Igualdad, 2025). En este contexto, surgen nuevos conceptos como ‘grooming’, ‘sexting’, o ‘sextorsión’, siendo este último la difusión sin consentimiento de contenido sexual o íntimo en redes sociales.

Estas prácticas apuntan a que las mujeres, niñas y adolescentes son más vulnerables a estas prácticas debido a su condición social (Ministerio de Igualdad, 2014). Según los datos del Observatorio Nacional de Tecnología y Seguridad (2022), afirma que más de un 25% de las mujeres entre 16 y 25 años en España han recibido insinuaciones inapropiadas a través de redes. Pese a ello, este mismo informe manifiesta que dada la escasez de estadísticas sobre esta cuestión, dificulta la investigación y cuantificación real de este fenómeno, dado que, en el conjunto de países de la UE, por ejemplo, tienen diferentes sistemas de medir esta ciber violencia. No obstante, hemos realizado una encuesta a mujeres jóvenes entre 16 y 29 años, y hemos obtenido los siguientes resultados:

Gráfico obtenido a través de la encuesta sobre violencia de género en el ámbito digital. Fuente: elaboración propia (Formularios de Google).

Así, una de las gráficas resultantes de la encuesta, muestra si las jóvenes han recibido alguna vez mensajes o comentarios vejatorios en redes sociales, tanto por parte de usuarios conocidos o desconocidos. Un 54,8% de ellas admite que ‘alguna vez’, e incluso tres de ellas (el 9,7%), le ha pasado ‘con frecuencia’. De hecho, en relación con la siguiente pregunta (qué tipo de mensajes o insinuaciones se han hecho), todas coinciden: fotos íntimas, conversaciones fuera de tono, e insinuaciones sexuales.

Unos resultados que muestran cómo el uso de las TIC son también un portal de vulnerabilidad hacia las mujeres. Una valoración que se sitúa con 2,8 puntos sobre 5 en cuanto a la seguridad con la que estas se muestran, especialmente cuando son menores de edad.

 

Tendencias políticas entre jóvenes: un nuevo contexto social y cultural

Si hablamos de violencia de género, es importante hablar de ello como un problema estructural, ya que afecta a todos los ámbitos y al desarrollo de la sociedad. Si hablamos de las relaciones entre jóvenes y adolescentes, como afirma Martínez (2016) en su estudio, existe entre ellos una estructura de ‘poder-dominio’ y además, no se reconocen ciertas actitudes como maltrato. En este sentido, cabe resaltar que las tendencias políticas y los discursos misóginos que circulan en redes sociales han tenido mucho que ver en la percepción de los jóvenes sobre la ideología de género.

Según muestra el informe sobre la Juventud en España de 2025 se constata que ha habido una decadencia en la creencia del feminismo y la igualdad, tanto en hombres como en mujeres. Mientras el negacionismo de la violencia de género ha crecido en casi 8 puntos entre las mujeres desde 2019 (de 5,7% al 13,2%), en hombres la diferencia es mayor, siendo del 11,9% al 23,1% en 2023. Pese a ello, dos tercios de las mujeres se siguen vinculando al feminismo y a la igualdad, más que ellos.

Línea del tiempo sobre la evolución de la creencia en el feminismo. Elaboración: Flourish

Este factor tiene, en parte, su explicación en la explosión de discursos políticos en las redes sociales. El auge de la ultraderecha en Europa y en España hace que la juventud se encuentre cada vez más politizada.  Según el Informe de la Juventud 2025, las mujeres se sitúan más en la izquierda (el 45% tienen entre 20 y 29 años), y en cambio, los hombres tienden a hacerlo hacia un discurso conservador con un 25%, siendo el 8% de los votos hacia la ultraderecha. Así, el subdirector de Future Policy Lab Javier Carbonell, asegura que esta división se debe a la politización del feminismo, lo cual que provoca más reacción en las mujeres y en su posicionamiento ideológico, mientras que los hombres lo evitan por esa supuesta ‘pérdida de privilegios’.

Como ejercicio de reflexión, hemos de hacernos constantemente preguntas sobre a dónde nos está llevando el mundo digital, cómo lo estamos percibiendo, cómo la violencia machista actúa en nuevos escenarios y de qué forma podemos erradicar esta lacra. Para ello, hay que incidir en la educación, especialmente en términos de alfabetización digital, y en tener claro qué protocolo de actuación hay que seguir para un caso de este tipo. Pero, sobre todo, se necesita partir de la base de que es un problema institucional, que afecta al desarrollo de la vida pública y la democracia. Un mundo donde la sumisión de la mujer respecto a la figura del hombre no tenga cabida en ningún entorno.

 

 

 

 

 

 

 

 

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